Clamor de Madres y Padres del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad en la 2ª.Peregrinación Nacional a la Basílica de Guadalupe por la presentación con vida de sus
hijas e hijos desaparecidos
Por Ricardo Guillermo Gállego
Centro de Estudios Ecuménicos/Iglesias por la Paz
Mezcla de sentimientos… emociones encontradas... el dolor y las esperanzas entreveradas…el lloro y el sufrir amargo confundidos con una fe inquebrantable en Dios y en la Virgen de Guadalupe para ver el milagro de volver a tener en sus brazos a sus hijas e hijos desaparecidos. El pasado miércoles 26 de junio, los familiares de víctimas del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) organizaron por segunda ocasión la Peregrinación Nacional a la Basílica del Tepeyac junto con otras y otros activistas, religiosos (as), simpatizantes y familiares de otras organizaciones de atención a víctimas... y, en esta ocasión, con parientes de los 12 jóvenes desaparecidos en el Bar “Heaven”… y como cruel paradoja: estos muchachos entraron al “cielo” y salieron de ahí rumbo al “infierno”…un infierno que aflige y angustia a sus madres que aceptaron la invitación del MPJD a sumarse a esta peregrinación, acudiendo con fe a este llamado, pero también para seguir insistiendo en la palestra de este acto público a que las autoridades les den resultados de sus investigaciones.
Todas y todos unidos los creyentes
que asistieron, y con un inmenso deseo de certidumbre por una respuesta
sobrenatural, iniciaron en la glorieta de Peralvillo la marcha, procesión, peregrinación,
acto profético de denuncia pública rumbo al Santuario Mariano. Durante el
trayecto por la Calzada de Guadalupe, los cantos y rezos también se fundían y
se alternaban con las consignas políticas y de reclamo por la indiferencia de las autoridades. “¡Vivos se los llevaron, vivos
los queremos! ¡Hijo, escucha, tu madre está en la lucha!”…Y las
plegarias espirituales hechas canto, escritas en un cuadernillo que se distribuyó a todos los participantes: “Ven con nosotros a caminar, Santa María
ven… Esto que te doy, mi vida es Señor, es mi amor, también es mi dolor…”.
Madres derramando lágrimas mientras
caminaban en dirección a la Basílica, ojos llorosos, esperanza y rabia
contenida se fusionaban. Ni las procuradurías estatales de las regiones
escenarios de las barbaries cometidas contra sus hijos, ni la PGR, ni la secretaría de
gobernación, ni el presidente de la república…nadie las escucha, nadie les
resuelve. Por eso también acuden a Dios y a la Guadalupana para que toquen los
endurecidos corazones de los funcionarios responsables y hagan verdaderamente investigación para
buscar a los desaparecidos.
Gonzalo Ituarte, provincial de la
orden de los dominicos ofició esta nueva
Misa por la Paz, que al año pasado le correspondió hacerlo al Obispo de Saltillo
Raúl Vera. Comenzó su homilía hablando de que no era raro que los familiares de
víctimas acudieran al Tepeyac, pues ya en el siglo XVI La Virgen de Guadalupe
abogó por las víctimas de la conquista española.
“No va a llegar caída del cielo la ayuda para ustedes,
pero sí desde el cielo recibirán la fuerza moral y espiritual para seguir
adelante buscando a sus hijas e hijos y para presionar a las autoridades a que
hagan su trabajo. Aunque muchos les digan ‘ya no hay nada que hacer’, ustedes
no desmayen, no se rindan, como también la Virgen animaba como madre a sus hijos en situaciones difíciles, y sigan
exigiendo la aparición de sus seres
queridos”.
El ex vicario de la Diócesis de San
Cristóbal de las Casas predicó asimismo de que “bien pueden ser llamadas ‘fuerzas
diabólicas’, a aquellas que quieran separarlas, enfrentarlas entre sí,
desanimarlas y seguir victimizándolas y criminalizándolas. Estas ‘fuerzas del
mal’ que están involucradas en esta atrocidad, deben ser identificadas para
combatir la impunidad que rodea las complicidades entre autoridades y el crimen
organizado”.
“Otras y otros -continuó el dominico- que nos son católicos
les acompañan, como hemos constatado al ver que iglesias de otras confesiones
religiosas han estado a su lado. Caminen juntas y juntos, pues la solidaridad
mutua les fortalece. Desde sus coincidencias y convergencias, los cristianos,
los judíos, los musulmanes y de otras espiritualidades comparten con ustedes
las mismas convicciones en un Dios providente, un Dios que es amor, todo
bondad, que todo lo abarca y que quiere la justicia y la paz para sus hijas e
hijos”.
Fray Gonzalo habló, exhortó,
animó y denunció la tragedia humanitaria
que padecen las víctimas de la violencia en México, no sólo del MPJD. Hizo
evidente, a su vez, que en esta lucha, creyentes y no creyentes, de todas las
ideologías políticas y manifestaciones
de fe debemos unirnos en torno a las
demandas de las madres y los padres que buscan a sus desaparecidos y exigen
justicia, terminado su alocución con la consigna repetida toda esa mañana:
“¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”
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