lunes, 3 de septiembre de 2012

Atlanta, Georgia. El centro de la resistencia afroamericana. El legado de Martin Luther King nos interpela.


Deyssy Jael de la Luz García
Centro de Estudios Ecuménicos/Iglesias por la Paz.
30 de agosto de 2012.


Hemos salido de Montgomery, Alabama. Sorprendidos, confrontados y muy animados por todo lo que vivimos al marchar sobre el puente Selma; por lo que la comunidad afroamericana nos compartió de la alegría y fe góspel. El día que pasamos ahí, nos animó a dialogar y aprender más sobre la resistencia pacífica y civil, base de acción sobre la cual se dio el proceso de lucha por los derechos civiles a mediados del siglo XX, de la que era en ese entonces, una minoría muy prometedora: los afro descendientes. Quizá esa similitud que hemos sentido los caravaneros de ser una minoría que no deja de denunciar los atropellos de nuestro actual gobierno, es lo que nos acerca y nos interpela a la realidad afro. 

Iniciamos nuestro viaje a Atlanta con un breve recorrido, dentro del autobús, por lo que fue la casa de Martín Luther King y la iglesia bautista en la que ofició por años, antes de morir. Pude ver una casa de madera modesta e impresionantes construcciones de iglesias protestantes, catedrales frente a frente; iglesias bautistas, iglesias metodistas, iglesias presbiterianas y una qué otra católica. Eso me hizo recordar parte de la historia fundacional de la nación norteamericana, y que tiene que ver mucho con las razones que nos han traído aquí. A diferencia de México, que se fundó bajo una religión de Estado, la católica, los Estados Unidos fue un lugar de inmigración constante durante su época colonial y los primeros años de imperialismo. 

Las primeras trece colonias se caracterizaron por vivir y promover la diversidad religiosa, sin que una estuviera por encima de las demás. Y el elemento religioso jugó un papel fundamental en los discursos radicales que germinaron en posiciones políticas durante la Guerra Civil y la Independencia de Inglaterra. Ese espíritu, se reafirmó a mediados de 1700 y finales de 1800 con los avivamientos locales o revivals. Predicadores radicales que anunciaban el inminente fin del mundo, convocaban a la población blanca una “conversión genunina” a Dios.

Georgia fue uno de los estados que después de la abolición de la esclavitud, contó con más población afroamericana, y las iglesias protestantes avivadas, jugaron un papel fundamental en lo que fue llamado el evangelio social: dejar las diferencias raciales, dar un espacio a los ex esclavos afro, y abrir espacios educativos, culturales y artesanales para integrarlos a la sociedad norteamericana. De ahí que se entienda porque los afroamericanos dicen que las iglesias son espacios de resistencia y generadores de cultura e identidad… Eso ya lo íbamos descubriendo poco a poco. 

Fuimos recibidos para desayunar en la Iglesia Católica de Lourdes por un ministro católico, otro congregacionalista y una líder pentecostal. Es la primera vez que durante la Caravana alguien de tradición pentecostal se hace presente. Por mucho tiempo, sobre todo en países latinoamericanos, se creyó que las iglesias pentecostales eran apolíticas y fundamentalistas, pero hoy día, cada vez hay pentecostales que a título personal se asumen como ecuménicos. Justo la líder pentecostal, miembro de Las Asambleas de Dios, fue quien nos invitó a hacer una oración por los alimentos. Al terminar ese momento, nos dirigimos al memorial de Martín Luther King. Pastores y miembros de comunidades afroamericanas nos señalaban el camino. Frente a nuestros ojos se alzó una fuente que no tenía fin ni principio. Eso simboliza que el legado de paz y lucha de King es inagotable. En el centro, la tumba de mármol de Luther King y esposa… “Estamos en un lugar bendito. Yo estaba en 1959 con el Dr. King, y este MPJD es igual al que vivimos ese año. El sistema no quería que votáramos, pero estábamos con Dios, con la justicia. No se den por vencidos. Juntos lo lograremos. Reformemos el sistema de las drogas. Sicilia es un hombre ungido y ustedes manténganse de pie”. Fueron las palabras que expresó el pastor bautista que sirvió como apoyo, junto al líder de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color. Esas palabras cargadas con una profunda espiritualidad, nos dio animo de saber que este el comienzo de un proceso revolucionario hacia la paz y la justicia. Los afroamericanos nos invitaron a conocer su legado y su fuerza: hay que dejar el miedo y levantarse ahora, organizarse, salir a las calles y tomarlas sin fijar una fecha de triunfo. Hay que tener la convicción que Dios ha elegido a este MPJD como profético. Reiteradamente se escuchó esto entre los pastores afros.

Marchamos del memorial Martín Luther King al Capitolio de la ciudad. Mientras marchábamos y las consignas en inglés y español se hacían escuchar, ví por las calles a muchos afros viviendo y durmiendo en las calles, en los parques, en las casas abandonadas. ¿Qué contrates? Nosotros marchando por legalizar las drogas, exigir una reforma migratoria centrada en el individuo y sus derechos; en denunciar la economía de guerra y carcelaria, y una realidad que nos interpelaba sin invisibilizarse más: la gente en condición de calle. Eso me hizo recordar la tan concurrida Reforma, vialidad importante en la ciudad de México. Adornada con estatuas y memoriales de grandes libertadores latinoamericanos, para que turistas y ciudadanos tomemos conciencia de nuestra libertad, Reforma es el hogar de jóvenes y niños que están en situación de calle. ¿No deberían ser ellos también nuestras victimas que vamos cargando y que les olvidamos?, ¿Ellos han estado ahí antes de que iniciara la guerra de Calderón contra las drogas, siendo ellos los drogadictos más comunes?.. No hemos traído su voz en esta Caravana…

Ya a los pies del Capitolio, después de escuchar los testimonios de familiares de víctimas, los pastores volvieron a reiterar el apoyo y vínculo entre su causa y la causa de la Caravana: “Hay que parar la guerra de las drogas, pues muchos jóvenes son encarcelados a causa de ellas; ya estamos hasta la madre de tantos funerales; queremos educación para los nuestros y menos muertes. Agarremos la plata para educar. Cada vez que un mexicano cae, un latino o un afroamericano, todos caemos”. Finalmente se nos dijo: “Nadie será libre hasta que todos seamos libres. Hay que cambiar la maldición. Declaramos que vamos a reformar el negocio de las drogas. El miedo ha consumido a las buenas personas, pero ahora es tiempo de ser valientes. Dios está de nuestro lado. Nuestra experiencia era que el sistema nos tomaba como ciudadanos de segunda clase porque no podíamos votar. Nos arriesgamos y salimos a la calle, marchamos, fuimos arrestados e incluso algunos murieron. Pero lo logramos! La justicia prevalecerá porque esta Caravana está ungida y está para sanar una moralidad enferma. Es una causa moral que unirá a dos naciones y al mundo”. ¿Qué decir ante tales palabras, ante tal confianza y responsabilidad puesta en nosotros?  Más de esa bendición vendría ese día.

Más tarde fuimos recibidos en la St. Thomas Apostle Catholic Church. Iglesia para latinos, carismática y llena de vida. Ahí Javier Sicilia pasó a leer una de las profecías del libro de Amós, para dar lugar al mensaje que a todos, nos dejo conmovidos. El padre Jim Correa, expresó que “Lo que vivimos ahora es una consecuencia del pasado. No debemos ser una generación que pierda la memoria. El cristianismo no es una fe fatalista, sino que nos permite actuar para los cambios. Si se nos olvida, estamos perdiendo la conversión. El señor Jesús es el centro de un encuentro personal con las personas, y no podemos dar lo que no tenemos. Por ello ahora es tiempo de denunciar que nosotros mismos, como sociedad hemos permitido la institucionalización del pecado. Sin embargo, estamos convocados a la conversión, y ésta, mucha veces es dolorosa”.  Al escuchar tal prédica, algunos de nosotros reconocimos en lo profundo de nuestro corazón que el estar acá no es una casualidad. Ahora, como dice el evangelio, el que tenga oído para oir, que oiga.

Este es un tiempo que fue preparado antes de que la Caravana surgiera como proyecto pacifista, y mucho antes de que el dolor convocara la vida de todos los que vienen cargando a sus familiares acá. Después de tantas palabras dadas por personas con gran fuerza moral y espiritual a los caravaneros, y ver su respuesta, me quedó claro que este es el inicio de un gran trabajo que Iglesias por la Paz tiene que hacer, para que así como líderes religiosos de los Estados Unidos están siendo tocados por nuestra situación, ahora es necesario y urgente que algo pase en la conciencia de los líderes en México. 






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