Cerca de Dios, cerca del
Pueblo
Pepe Llaguno S.J.
Con indignación,
impotencia y tristeza nos solidarizamos con la Comunidad Rarámurí de Cerocahui,
y oramos, a la vez que denunciamos la violencia que lleva décadas causando
estragos, en la región Rarámuri, y que atestigua el asesinato de los
sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Cesar Mora Salazar, así
como de otra persona cuyo nombre no se conoce.
Javier y Joaquín,
llevaban entre el pueblo Rarámuri décadas de servicio, tenían cercanía y
ternura con las personas de las diferentes comunidades que acompañaba, su
servicio incondicional corriendo la misma suerte de los pueblos le merecía el
cariño de sus feligreses, procurando no solo atención sacramental sino
promoción humana, defensa de derechos, esperanza en medio de tantas
dificultades que enfrentaba la región.
Los asesinatos y
desaparición de los cuerpos, ocurridos el pasado 20 de junio, fueron dentro del
templo de la comunidad de Cerocahui, Chihuahua. Sumándose, por la corrupción,
descomposición política y social, al de otras personas como ambientalistas,
defensores de derechos humanos, periodistas, ministros de culto religioso,
víctimas de la delincuencia organizada, y la colusión de gobernantes y
magistrados.
Nos unimos a las
declaraciones y demandas de justicia que han expresado diversas organizaciones
de Fe y de Derechos Humanos, Organizaciones Civiles y Sociales, que exigen al
Estado el esclarecimiento de estos hechos.
Exigimos que se
les otorgue las medidas cautelares a la comunidad jesuita, religiosas, laicos y
de la población de la comunidad de Cerocahui, Chihuahua y la recuperación de
los cuerpos que fueron sustraídos del lugar de los trágicos sucesos.
Exigimos que la
investigación de estos acontecimientos sea transparente, expedita y conforme al
derecho nacional e internacional y que se procese a los autores intelectuales y
materiales de estos asesinatos.
De igual manera
expresamos nuestro profundo dolor e indignación y nos unimos en oración con la
compañía de Jesús, por el lamentable homicidio de dos de sus sacerdotes. Rogamos al Dios de la Vida que dé consuelo a
las familias y a los feligreses de las comunidades Rarámuris.
En Iglesias por
la Paz manifestamos nuestra solidaridad, cercanía y acompañamiento en estas
horas difíciles a las víctimas de la violencia, familiares de desaparecidos y
pueblos indígenas que pierden un gran apoyo y acompañamiento, y que suma a la desesperanza
que vive nuestro país y que afecta a millones de personas que padecen
injusticias.
Como Iglesias
por la paz, afirmamos que no es con militarización, que se asegura la paz, son
procesos largos y constantes de procuración de justicia, construidos con los
pueblos y sus necesidades, que se lograran los cambios y una mejor calidad de
vida.
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