Fotos: Elena Flores
Por Ricardo Guillermo Gállego
El pasado 26 de junio, por tercer año consecutivo la Plataforma de Familiares de Víctimas del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) organizó la peregrinación y misa en la Basílica de Guadalupe. Como en los dos años anteriores, sentimientos encontrados emergieron de las voces de los participantes. Yolanda Barón, activista e integrante del MPJD y solidaria con los familiares de víctimas, escribió en su cuenta de Facebook:
"Cuando la alegría y la tristeza se juntan. Hoy fui a la tercera peregrinación del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Qué alegría me dio ver a tanta gente que quiero y qué tristeza ver su dolor. Qué alegría estar juntos en la hermosa Basílica de Guadalupe y qué tristeza llorar ahí por l@s ausentes. Qué alegría de ver a tres valientes, solidarios sacerdotes juntos con nosotros y qué tristeza que sólo fueron tres. Qué alegría de compartir el pan y que tristeza de que sólo sea un alto necesario en el camino para tomar fuerzas y seguir buscando a l@s desaparecid@s y justicia para quienes no volverán. Qué alegría de luchar juntos y que tristeza que el resto de la sociedad nos ve luchar y nos deja solos..."
Foto: Elena Flores
Y así, como ese testimonio, muchos más se escucharon en el recorrido de la peregrinación que partió desde la ex glorieta de Peralvillo hasta el santuario guadalupano. En esta ocasión, una camioneta con altavoces acompañaba sobre la Calzada de Guadalupe la marcha-procesión que corría por el ancho camellón. Se alternaban los oradores para nombrar a los desaparecidos y desaparecidas, para exigir a las autoridades que hicieran su trabajo de investigación, para clamar justicia para los familiares de víctimas: también hacían oraciones y había cantos religiosos, mezclados, como en las peregrinaciones anteriores, con lemas y consignas políticas: "¡Hijo, escucha, tu madre está en la lucha! ¡Dónde están, dónde están, nuestros hijos dónde están! ¡De norte a sur, de este a oeste, ganaremos esta lucha cueste lo que cueste!"
Algunos de los peregrinos decían que este año hubo menos gente en esta marcha, otros que fue más numerosa, sin embargo, el contingente fue bastante significativo y contando desde el principio de la procesión con la presencia solidaria de Alejandro Solalinde. Uno de los "tres valientes sacerdotes" a los que hacía referencia la activista Yolanda Barón en su testimonio líneas arriba. Los otros dos eran el padre Salvador López Mora, que ha acompañado a los familiares de víctimas las tres ocasiones en esta manifestación de fe, y el párroco Jesús Mendoza Zaragoza de la Diócesis de Acapulco, integrante de "Acapulco por la Paz", uno de los grupos que nació a partir del paso de la Caravana por la Paz del MPJD por el sureste mexicano en septiembre del 2011.
Jesús Mendoza ofició la misa en esta oportunidad, teniendo como concelebrantes a López Mora y a Solalinde. En los dos primeros años presidieron la misa los dominicos Raúl Vera, Obispo de Saltillo, en el 2012 y Gonzalo Ituarte el año pasado.
Jesús Mendoza, en su homilía, presentada en forma de conversación con la Virgen de Guadalupe, exponía:
"Señora de Guadalupe: Nos sentimos tan familiarizados contigo porque
fuiste madre de una víctima de la violencia, una víctima inocente que fue
ajusticiada mediante un juicio amañado como tantos de los que hay en nuestro
país. Como discípula fiel de Jesús, lo acompañaste siempre, hasta el final,
hasta la Cruz, con un corazón adolorido, tu presencia maternal es sentida muy
hondamente por todos los sufrientes de este país, sobre todo en los momentos
más atroces. Cuánto dolor resiste el corazón de una madre que mira al hijo
ensangrentado, o espera al hijo desaparecido, o no puede pagar el rescate de la
hija secuestrada".
Araceli Rodríguez, activista de Derechos Humanos y familiar de víctima de la violencia, en entrevista posterior a la misa dijo:
“México vive una emergencia
nacional. Miles de muertos, que al perder la vida en fuegos cruzados por la
delincuencia autorizada, sus nombres fueron
puestos, por el entonces presidente Felipe Calderón, como daños
colaterales: cifras, números y son seres humanos con nombre, rostro y apellido.
Desplazados una gran parte de mujeres, hombres, niños, personas que tuvieron
que migrar y dejar sus hogares a causa de la violencia generalizada
que se vive en sus lugares de origen. Desaparecidos. El vacío de la ausencia
que deja un ser humano en cada hogar, que tal parece que pasó por el triángulo
de las Bermudas y se lo llevó. Viven un mundo incierto, no están muertos,
tampoco vivos. ¿Dónde están?...”
Ese es el grito, el clamor que prevalece en los familiares de las miles de víctimas y de todos los solidarios que les acompañan como consecuencia de esta guerra absurda: ¡Dónde están, dónde están, nuestros hijos dónde están!
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