Mensaje de Fr. Raúl Vera
López, O.P., Obispo de Saltillo
Para la próxima Jornada
Electoral del 1º de julio del 2012
“¡Hipócritas! Si ustedes saben
interpretar el aspecto de la tierra y del cielo,
¿cómo es que no comprenden
el tiempo presente?
¿Por qué no juzgan ustedes
mismos lo que es justo?” (Lc. 12,56-57)
Les invito a tomar en serio esta
increpación que Jesús hacía a las mujeres y los hombres de su tiempo, para que,
ante el proceso electoral que estamos viviendo, sepamos discernir lo que es
justo para la vida de nuestra Patria. Este proceso nos implica a todas y a
todos los mexicanos que estamos en edad de acudir a las urnas, a dar nuestro
voto por las personas más indicadas, entre las propuestas de los diversos
partidos políticos, a ocupar los puestos en la Presidencia de la República, y en
las Diputaciones y Senadurías del Congreso de la Unión.
Dadas las circunstancias de violencia
que caracterizan estos momentos de la vida del país, de esta región noreste y,
particularmente, del estado de Coahuila, y después de escuchar a ciudadanas y
ciudadanos responsables, que me están transmitiendo su preocupación porque no
desaparecen de las campañas electorales actuales, las clásicas prácticas
corruptas de la compra y la venta del voto ciudadano, a la luz del mandato de
Jesús, de la obligación que tenemos de escudriñar los signos de los tiempos que
nos rodean, y para discernir lo que es justo, experimento la grave
responsabilidad de presentar a las y los fieles de esta Diócesis, y a todas las
personas de buena voluntad, las siguientes consideraciones y reflexiones.
La constitución pastoral del Concilio
Vaticano II, Gaudium et Spes (Las alegrías
y las esperanzas), señala que todos
los organismos que constituyen la comunidad política de una nación, deben
tender siempre a formar mujeres y hombres cultos, pacíficos y benévolos,
respecto de las demás personas, para provecho de toda la familia humana (Cf. GS
74).
La misma Constitución Gaudium et Spes,
habla del organismo político en sí, señalando que es conforme a la condición
humana, que se deben constituir estructuras político jurídicas que ofrezcan a
toda la ciudadanía, sin discriminación alguna, posibilidades efectivas de tomar
parte libre y activamente en el establecimiento de los fundamentos jurídicos de
la comunidad política, en el gobierno de la cosa pública, en la determinación
de los campos de acción, los límites de las diferentes instituciones, y en la
elección de los gobernantes. Y recuerda a todas y todos los ciudadanos, el
derecho y el deber que tienen de votar con libertad para promover el bien común
(Cf. GS 75). Esta obligación, que es también un derecho, no termina con la
jornada electoral, sino que es parte del proceso de la democracia nacional.
Se entiende por establecimiento del bien
común, el que se lleguen a dar las condiciones sociales que en su conjunto,
permiten gozar a todas las personas, tanto de sus derechos civiles y políticos,
como de sus derechos económicos, sociales y culturales; es decir, que se
obtengan todos los medios para que, tanto los individuos como las distintas
asociaciones y los pueblos, alcancen en plenitud una realización correspondiente
con la dignidad humana. (Cf. GS 74; Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, Preámbulo).
Estos principios que nos da Jesús en su
Palabra, y que nos proporciona la Iglesia en sus Documentos, y también las
normas que rigen la construcción de la comunidad política, tanto en el Derecho
Constitucional de nuestro país, como en el Derecho Internacional, nos
proporcionan las bases para participar de una manera correcta en estas
elecciones, sin dañar más a México, y preparar, mediante un proceso electoral
limpio, un futuro mejor para nuestra Nación.
Quiero afirmar enfáticamente que es
inmoral corromper nuestras instituciones políticas mediante la venta y la
compra del voto. La persona que busca obtener un puesto de elección mediante la
compra de credenciales o distribución de servicios y productos, es un persona
corrupta que, de manera ilegal intenta inmiscuirse en el ejercicio de la
función pública y, en caso de lograr su propósito mediante estos mecanismos, ingresa
en nuestras instituciones para agregar en ellas más corrupción de la que ya
padecemos en estos momentos de la vida del país en los tres poderes: Ejecutivo,
Legislativo y Judicial.
Los mismos nocivos efectos tiene la
acción de quien acepta emitir su voto por una persona determinada, a cambio de
dinero o cualquier dádiva, es decir, que acepte vender su voto. Se trata de una
acción incorrecta e inmoral; que es indebida e ilícita. Un elector
irresponsable, que vende su voto, además de cometer un delito electoral, es
causante de que la corrupción se difunda por muchos ámbitos de la vida de
México. Poner en manos de otras u otros, la decisión que cada una y uno de
nosotros tenemos, es silenciar nuestros derechos civiles y políticos. Vender el
voto es vender la dignidad personal y el futuro nacional, que tienen mucho más
valor.
Hablar hoy de corrupción de la función
pública en México no es cosa menor. En otros momentos de la historia de este
país, la compra-venta electoral tenía como consecuencia la introducción de
ladrones, traficantes de influencias y defraudadores en el Gobierno. Hoy
estamos hablando de introducir en nuestras estructuras políticas, a cómplices
del crimen organizado. Las consecuencias de hoy incluyen el aumento al
derramamiento de sangre en el país, la contribución en las desapariciones
forzadas, el secuestro, la extorsión, el robo, la inseguridad, y la muerte. Hoy
nos hacemos reos de sangre humana.
Invoquemos la presencia maternal y el
poder intercesor de Santa María de Guadalupe ante su Hijo Jesucristo, Rey del
Universo, para que este proceso político desde su legalidad, contribuya al
proceso de democratización nacional, y a la obtención de la paz en México, así
como a la reconciliación entre todos y cada una de las y los mexicanos.
Saltillo, Coahuila, a 23 de
junio del 2012
Fr. Raúl Vera López, O.P.
Obispo de Saltillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario