Extractos del artículo
escrito por Amós López, tomado de la Revista Cubana “CAMINOS” de Pensamiento
Socioteológico. No. 84 abril-junio/2017
“Oikoumene es un
vocablo que proviene de una familia de términos del griego clásico relacionados
con la vivienda, el asentamiento, el lugar de pertenencia. (…) La raíz de estos
términos es oikos. Oikoumene, de
donde procede directamente “ecumenismo”, será en consecuencia el “mundo
habitado” en el que coexisten diversos pueblos, con multiplicidad de lenguas y
culturas”.
“En el cristianismo primitivo, el término oikoumene se utiliza en las acepciones
ya mencionadas de mundo o imperio romano. En un texto del siglo II, el Martirio de Policarpo, se hace
referencia a la Iglesia Católica extendida por la oikoumene”.
“Tanto Orígenes
como Basilio el Grande manifiestan esta misma comprensión en sus comentarios
bíblicos, acrecentando la idea de que aquellos que habitan la oikoumene son los que forman parte de la
iglesia”.
“Este será el uso eclesiástico subsecuente más difundido, el
referido a la extensión de la comunidad cristiana a través del imperio romano.
Para el siglo IV, la oikoumene es el
“mundo cristiano” con el doble significado, político y religioso, de “imperio
cristiano” y “toda la iglesia.”
“El adjetivo oikoumenicos
(traducido al latín como universalis o
generalis) se refiere a todo lo que
tiene una validez universal”.
“Es el Concilio de Constantinopla (381 d.C) el que por vez primera
hace uso de la expresión “concilio ecuménico” para referirse al Concilio de
Nicea (325 d.C). En adelante, el término va a designar ‘aquellas doctrinas y
usos eclesiales que son aceptados como norma autoritativa y con validez
universal en toda la Iglesia católica’”.
“Después de la caída del imperio romano, la oikoumene hará referencia exclusiva al
contexto eclesiástico, esto es, la iglesia universal. Basilio el Grande,
Gregorio Nacianceno y Juan Crisóstomo recibirán la distinción de ‘doctores
ecuménicos’. Los grandes credos de la iglesia antigua también serán llamados
‘credos ecuménicos’”.
“Desde 1691, Jorge G. Leibniz sostuvo correspondencia con
Jacobo Bossuet, obispo de Meaux y tutor del futuro rey de Francia. En ese
intercambio epistolar, y como parte de un esfuerzo por restaurar la vida de la
iglesia como signo de unidad, la palabra ecuménico adquiere una dimensión
religiosa al indicar el carácter universal de la fe y la iglesia cristianas”.
“La Conferencia Misionera de Nueva York, en 1900, fue la
primera conferencia misionera internacional que recibió el nombre de
‘conferencia ecuménica’, haciendo referencia al sentido geográfico: los nuevos proyectos
misioneros trazados en la conferencia abarcaban todo el mundo habitado. Sin
embargo, algunos años antes, lo ecuménico se entendía ya no solo como una
práctica que se realiza entre personas y organizaciones de distintas iglesias, sino como una actitud
de vida que va conformando una determinada espiritualidad”.
“Un ejemplo de este nuevo significado de lo ecuménico lo
encontramos en las cartas de Henri Dunant –fundador dela Cruz Roja y pionero en
los trabajos de la Asociación Cristiana de jóvenes (YMCA)-, en las que insiste
en la necesidad de que las asociaciones cristianas de jóvenes en el mundo sean
ecuménicas en el sentido de que puedan mostrar un espíritu que trascienda la
nacionalidad y el idioma, las cuestiones denominacionales y eclesiásticas, de
clase y profesión”.
“Para Dunant los cristianos de diferentes iglesias deben
unirse, asociarse y trabajar juntos en amor para la gloria de Dios, manteniendo
al mismo tiempo su libertad individual y sus derechos a defender, si fuese
necesario, sus propias convicciones religiosas. Así se va conformando la idea
de que lo ecuménico es una toma de conciencia de la universaliad de la iglesia
y de la unidad esencial de sus varias ramificaciones”.
“Desde la Conferencia de Oxford –del movimiento Vida y Obra,
en 1937- lo ecuménico hace referencia tanto a su sentido tradicional – lo
concerniente a la iglesia en su conjunto- como a su sentido moderno, esto es,
lo tocante a las relaciones a entre diferentes iglesias así como la toma de
conciencia de la totalidad de la iglesia como expresión de su unidad
fundamental y su universalidad como Iglesia de Cristo”.
“En la actualidad, el uso de oikoumene está condicionado por la nueva realidad del movimiento
ecuménico organizado. Desde sus inicios, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI)
hizo suya esta nueva comprensión a la luz de sus sentido original en el idioma
griego y planteó que el término debe usarse para describir todo lo que se
refiera a la tarea de toda la iglesia para llevar el evangelio al todo el
mundo. Así, unidad y misión quedaron vinculadas en el contexto del mundo en su
totalidad”.
“Este nuevo ecumenismo quiere considerar lo positivo
cristiano en cada tradición y no solamente lo negativo. El ‘otro cristiano’ no
será solamente alguien con quien puedo discrepar en cuestiones de doctrina,
organización o culto, sino también alguien en cuya espiritualidad, su
testimonio de misión, su pensamiento teológico, puedo reconocer valores. Par
ello es preciso (…) tener la ‘experiencia ecuménica’”.
“Es necesario haber encontrado un cristiano de otra
comunión, haber rezado con él, haber visto su fe en Jesucristo y haberse
conmovido con ello, experimentar, en una palabra, que puedo recibir algo de él
en vez de pelearme con los cuatrocientos cuatro o los mil cuatrocientos de
errores de Lutero”.
“Para otros, el movimiento ecuménico representa la
manifestación de la preocupación cristiana por una comunidad mundial en
justicia y paz. Esta lucha por la justicia y la paz como preocupación y
vocación ecuménicas ha tenido en la América Latina una expresión importante en
el llamado ecumenismo de base, el cual expresa: … la práctica comunitaria de personas que están comprometidas con una
liberación estructural y que, en el devenir de esta acción común y con base en ella, hacen la
experiencia de una unidad que también en cuestiones de fe va más allá de las
iglesias y los dogmas”.
“Este ecumenismo de base busca vincular el compromiso con la
justicia –en sentido abarcador y estructural- con la fe y la iglesia; así la
ortopraxis ocurre antes que la ortodoxia. Este es también un ecumenismo
político al expresarse en una cooperación transconfesional de personas interesadas
en transformaciones concretas”.
“Es un ecumenismo que se comprende como unidad de la
humanidad, no como suma de seres humanos sino como ‘unidad califacativa de
todas las personas que se comprometen de modo consciente y coherente con la
realización de la justicia y la dignidad de todos los seres humanos’. Este
concepto de humanidad, a su vez, está asociado al reino de Dios, que se
presenta como horizonte del ecumenismo de base”.
“En el movimiento ecuménico promovido por el Consejo Mundial
de Iglesias, se ha intentado integrar dos visiones bíblicas sobre el asunto. La
primera, en palabras de Jesús, se encuentra en Juan 17, 21: ‘para que todos sean uno; como tú oh Padre,
en mí, y yo en ti; que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea
que tú me enviaste’”. La segunda la hallamos en Efesios 1,10, donde se
afirma que el plan de Dios en la plenitud de los tiempos es ‘reunir todas las cosas en Cristo…así las
que están en los cielos, como las que están en la tierra’”.
“En el presente, está creciendo el número de iglesias que
abogan por un ecumenismo más amplio, una apertura a otras religiones y
tradiciones culturales más allá de la comunidad cristiana. Lo espiritual y lo
social-misionero se pertenecen mutuamente en la oikoumene. Este es un concepto relacional, dinámico, que se
extiende más allá de la fraternidad cristiana hacia la comunidad humana en toda
la creación, esto es, la transformación de la oikoumene como ‘tierra habitada’ en la casa viva de Dios”.
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