miércoles, 7 de agosto de 2019

Ecumenismo: aproximaciones al término


Extractos del artículo escrito por Amós López, tomado de la Revista Cubana “CAMINOS” de Pensamiento Socioteológico. No. 84 abril-junio/2017

Oikoumene es un vocablo que proviene de una familia de términos del griego clásico relacionados con la vivienda, el asentamiento, el lugar de pertenencia. (…) La raíz de estos términos es oikos. Oikoumene, de donde procede directamente “ecumenismo”, será en consecuencia el “mundo habitado” en el que coexisten diversos pueblos, con multiplicidad de lenguas y culturas”.

“En el cristianismo primitivo, el término oikoumene se utiliza en las acepciones ya mencionadas de mundo o imperio romano. En un texto del siglo II, el Martirio de Policarpo, se hace referencia a la Iglesia Católica extendida por la oikoumene”.

Tanto Orígenes como Basilio el Grande manifiestan esta misma comprensión en sus comentarios bíblicos, acrecentando la idea de que aquellos que habitan la oikoumene son los que forman parte de la iglesia”.

“Este será el uso eclesiástico subsecuente más difundido, el referido a la extensión de la comunidad cristiana a través del imperio romano. Para el siglo IV, la oikoumene es el “mundo cristiano” con el doble significado, político y religioso, de “imperio cristiano” y “toda la iglesia.”

“El adjetivo oikoumenicos (traducido al latín como universalis o generalis) se refiere a todo lo que tiene una validez universal”.



“Es el Concilio de Constantinopla (381 d.C) el que por vez primera hace uso de la expresión “concilio ecuménico” para referirse al Concilio de Nicea (325 d.C). En adelante, el término va a designar ‘aquellas doctrinas y usos eclesiales que son aceptados como norma autoritativa y con validez universal en toda la Iglesia católica’”.

“Después de la caída del imperio romano, la oikoumene hará referencia exclusiva al contexto eclesiástico, esto es, la iglesia universal. Basilio el Grande, Gregorio Nacianceno y Juan Crisóstomo recibirán la distinción de ‘doctores ecuménicos’. Los grandes credos de la iglesia antigua también serán llamados ‘credos ecuménicos’”.

“Desde 1691, Jorge G. Leibniz sostuvo correspondencia con Jacobo Bossuet, obispo de Meaux y tutor del futuro rey de Francia. En ese intercambio epistolar, y como parte de un esfuerzo por restaurar la vida de la iglesia como signo de unidad, la palabra ecuménico adquiere una dimensión religiosa al indicar el carácter universal de la fe y la iglesia cristianas”.

“La Conferencia Misionera de Nueva York, en 1900, fue la primera conferencia misionera internacional que recibió el nombre de ‘conferencia ecuménica’, haciendo referencia al sentido geográfico: los nuevos proyectos misioneros trazados en la conferencia abarcaban todo el mundo habitado. Sin embargo, algunos años antes, lo ecuménico se entendía ya no solo como una práctica que se realiza entre personas y organizaciones  de distintas iglesias, sino como una actitud de vida que va conformando una determinada espiritualidad”.

“Un ejemplo de este nuevo significado de lo ecuménico lo encontramos en las cartas de Henri Dunant –fundador dela Cruz Roja y pionero en los trabajos de la Asociación Cristiana de jóvenes (YMCA)-, en las que insiste en la necesidad de que las asociaciones cristianas de jóvenes en el mundo sean ecuménicas en el sentido de que puedan mostrar un espíritu que trascienda la nacionalidad y el idioma, las cuestiones denominacionales y eclesiásticas, de clase y profesión”.

“Para Dunant los cristianos de diferentes iglesias deben unirse, asociarse y trabajar juntos en amor para la gloria de Dios, manteniendo al mismo tiempo su libertad individual y sus derechos a defender, si fuese necesario, sus propias convicciones religiosas. Así se va conformando la idea de que lo ecuménico es una toma de conciencia de la universaliad de la iglesia y de la unidad esencial de sus varias ramificaciones”.

“Desde la Conferencia de Oxford –del movimiento Vida y Obra, en 1937- lo ecuménico hace referencia tanto a su sentido tradicional – lo concerniente a la iglesia en su conjunto- como a su sentido moderno, esto es, lo tocante a las relaciones a entre diferentes iglesias así como la toma de conciencia de la totalidad de la iglesia como expresión de su unidad fundamental y su universalidad como Iglesia de Cristo”.

“En la actualidad, el uso de oikoumene está condicionado por la nueva realidad del movimiento ecuménico organizado. Desde sus inicios, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) hizo suya esta nueva comprensión a la luz de sus sentido original en el idioma griego y planteó que el término debe usarse para describir todo lo que se refiera a la tarea de toda la iglesia para llevar el evangelio al todo el mundo. Así, unidad y misión quedaron vinculadas en el contexto del mundo en su totalidad”.

“Este nuevo ecumenismo quiere considerar lo positivo cristiano en cada tradición y no solamente lo negativo. El ‘otro cristiano’ no será solamente alguien con quien puedo discrepar en cuestiones de doctrina, organización o culto, sino también alguien en cuya espiritualidad, su testimonio de misión, su pensamiento teológico, puedo reconocer valores. Par ello es preciso (…) tener la ‘experiencia ecuménica’”.

“Es necesario haber encontrado un cristiano de otra comunión, haber rezado con él, haber visto su fe en Jesucristo y haberse conmovido con ello, experimentar, en una palabra, que puedo recibir algo de él en vez de pelearme con los cuatrocientos cuatro o los mil cuatrocientos de errores de Lutero”.

“Para otros, el movimiento ecuménico representa la manifestación de la preocupación cristiana por una comunidad mundial en justicia y paz. Esta lucha por la justicia y la paz como preocupación y vocación ecuménicas ha tenido en la América Latina una expresión importante en el llamado ecumenismo de base, el cual expresa: … la práctica comunitaria de personas que están comprometidas con una liberación estructural y que, en el devenir de esta acción  común y con base en ella, hacen la experiencia de una unidad que también en cuestiones de fe va más allá de las iglesias y los dogmas”.

“Este ecumenismo de base busca vincular el compromiso con la justicia –en sentido abarcador y estructural- con la fe y la iglesia; así la ortopraxis ocurre antes que la ortodoxia. Este es también un ecumenismo político al expresarse en una cooperación transconfesional de personas interesadas en transformaciones concretas”.

“Es un ecumenismo que se comprende como unidad de la humanidad, no como suma de seres humanos sino como ‘unidad califacativa de todas las personas que se comprometen de modo consciente y coherente con la realización de la justicia y la dignidad de todos los seres humanos’. Este concepto de humanidad, a su vez, está asociado al reino de Dios, que se presenta como horizonte del ecumenismo de base”.

“En el movimiento ecuménico promovido por el Consejo Mundial de Iglesias, se ha intentado integrar dos visiones bíblicas sobre el asunto. La primera, en palabras de Jesús, se encuentra en Juan 17, 21: ‘para que todos sean uno; como tú oh Padre, en mí, y yo en ti; que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste’”. La segunda la hallamos en Efesios 1,10, donde se afirma que el plan de Dios en la plenitud de los tiempos es ‘reunir todas las cosas en Cristo…así las que están en los cielos, como las que están en la  tierra’”.

“En el presente, está creciendo el número de iglesias que abogan por un ecumenismo más amplio, una apertura a otras religiones y tradiciones culturales más allá de la comunidad cristiana. Lo espiritual y lo social-misionero se pertenecen mutuamente en la oikoumene. Este es un concepto relacional, dinámico, que se extiende más allá de la fraternidad cristiana hacia la comunidad humana en toda la creación, esto es, la transformación de la oikoumene como ‘tierra habitada’ en la casa viva de Dios”.




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