jueves, 20 de septiembre de 2012

Mensaje de la Rva. Sarabeth Goodwin



A continuación reproducimos el mensaje de la Rva. Sarabeth Goodwin, ministra de la congregación hispano-parlante de la Iglesia Episcopaliana de San Esteban y la Encarnación, Washington, que pronunció el día 12 de septiembre. Este fue el último servicio religioso que tuvo la Caravana por la Paz antes de salir a la parada final en los Estados Unidos, al parque Malcolm X. 

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz!
Es un gran placer dar a todos la bienvenida a la Iglesia San Esteban y la Encarnación. Soy la Rva. Sarabeth Goodwin, una sacerdote de esta Iglesia y la pastora de nuestra congregación hispano-parlante.
San Esteban  ha sido un espacio en la vanguardia del movimiento de justicia social en esta ciudad, entre las  décadas de 1950 y 1960.
Nuestras puertas están abiertas a todos. Es un placer hospedarles a todos los caravaneros que han venido de lejos, haciendo peregrinaje como mensajeros de la paz y la justicia. Debemos recordar sus grandes sacrificios y la dolorosa perdida de sus seres queridos. A lo largo de esta Caravana, han honrado su presencia y memoria.

Gracias por su valentía, por su testimonio de verdad frente a los poderes. Gracias por el deseo generoso de compartir su mensaje urgente y de enseñarnos aquí, en este país, que el verdadero camino de la paz sólo se alcanza luchando por la justicia y dignidad de cada ser humano. 

Gracias por estar aquí.



DIOS DE TODO…

Te damos gracias por la Caravana por la Paz y por todas las personas que han viajado para compartirnos el mensaje de justicia y paz. Te pedimos que abras nuestros ojos y también los ojos de nuestros líderes para ver nuestros errores. Abre nuestros oídos para escuchar la verdad y cambia nuestros corazones para cuidarnos unos a otros…

Aunque somos de raíces, idiomas y países diversos, recuérdanos que somos parte de una sola  familia humana, interrelacionada e interdependiente… Recuérdanos que lo que hacemos a una persona, te lo hacemos a ti.
Bendita la sangre de los mártires, pues nos recuerdan la importancia de ser vigilantes cuando vemos la violencia. Benditas sus vidas porque al caminar contigo, siguieron tu ejemplo en denunciar las injusticias que hicieron a los pueblos, los que se sientan en los tronos del poder. Bendícenos ahora mientras caminamos por las calles de esta ciudad. Llevamos luces de esperanza en medio de la oscuridad…

Como dijo el profeta Isaías ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz! ¡Envíanos como mensajeros de la paz, con la determinación de luchar para la dignidad de cada ser humano!
Oramos en el solo nombre de Dios.

Amen.


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