Deyssy Jael de la Luz García
Centro de Estudios Ecuménicos/Iglesias por la Paz.
31 de agosto de 2012.
Centro de Estudios Ecuménicos/Iglesias por la Paz.
31 de agosto de 2012.
Uno de los
lugares que la Caravana por la Paz en USA no debía dejar de lado estando en
Georgia, Atlanta, era ir a la Escuela de las Américas, ahora bajo el nombre de
Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica (SOA/ WHINSEC por sus
siglas en inglés). Fundada en Panamá en 1946, se traslado a Fort Benning,
Georgia en 1984. La SOA es una academia militar que durante décadas ha preparado
en tácticas de guerra y contrainsurgencia a miles de políticos militares y
ejércitos nacionales de América Latina. Entre sus alumnos destacan dictadores
como el guatemalteco Efraín Ríos Montt; los militares salvadoreños que dieron
muerte a sacerdotes jesuitas, masacre de
la cual se salvó el teólogo español Jon Sobrino; los asesinos de monseñor Juan
Gerardi en Guatemala, y aquellos militares que han participado en las
dictaduras, golpes de estado, desapariciones forzadas y violaciones de derechos humanos más atroces
de la historia latinoamericana contemporánea. Aquí también se han entrenado militares
mexicanos que hoy han pasado a formar las filas del crimen organizado. De entre
estos se encuentran los Zetas.
Más allá de
las palabras, la Comisión de Arte de la Caravana por la Paz realizó un
performans para no dejar en el olvido las miles de muertes en manos de
militares graduados en la SOA. Simulamos haber sido muertos, acribillados a
sangre fría, regados los cuerpos como títeres y apilados como cadáveres frente
a una fosa común. Con miles de cruces blancas, escritos los nombres de muchos
latinoamericanos muertos por batallones entrenados en la SOA, decidimos no
olvidar, a fin de llegar a aquellos desde lejos, seguramente, nos miraban
detrás de los vidrios de las oficinas administrativas de la SOA. “Este acto”,
comentó uno de los compañeros activistas del lugar, “nunca se había realizado. Había
venido salvadoreños, nicaragüenses, argentinos, chilenos, colombianos; todos a
manifestarse, pero hoy, los mexicanos han hablado y gritado con el cuerpo vivo lo
que aquellos que murieron no pudieron decir frente a la cara de sus asesinos”.
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