Deyssy Jael de la Luz García
Centro de Estudios Ecuménicos/Iglesias por la
Paz.
21 de agosto de 2012.
Mientras viajaba en el “bus” de la Caravana para
ir al cabildo The City of El Paso, Texas a una audiencia, miré por la ventana hacia
un monte que decía Ciudad Juárez la
Biblia es la verdad. Léela. Aunque ya había visto esa frase tiempo atrás
desde el territorio mexicano, no me produjo el mismo impacto ahora, de otro lado
de la frontera. ¿Por qué tendrían que encontrar los juarenses la verdad en una
retórica sin sentido, si lo que buscan es la verdad sobre el paradero de miles
de desaparecidos, asesinados, desplazados y ahora exiliados”. Lo que Ciudad
Juárez necesita es justicia y reparación del daño… Desde Juárez, El Paso no es
un lugar de transito, sino el destino al cual muchos intentan llegar; muchos
intentos han quedado en la valla que divide México de Estados Unidos.
Con estas
reflexiones debo decir que la Caravana ya comienza a poner acento al tema de la
migración y sus efectos en ambos lados de la frontera.
Estuvimos en
una audiencia con el alcalde y cabildos de El Paso. El primero en tomar la
palabra fue el activista Gabino. Comenzó su exposición ante los ocho concejales:
“Hay grandes diferencias entre el ciudad más segura de los Estados Unidos, El
Paso, y una de las ciudades más peligrosa del mundo: Ciudad Juárez. Mujeres y
jóvenes son los que padecen los efectos de la guerra contra las drogas. Los
causantes de tanto crimen, son los policías estatales, federales y el ejército.
Nada se les ha hecho. En nuestra ciudad como en otras más de México, los
levantamientos son cosa de todos los días. No debemos acostumbrarnos a ello.
Todos confiaron en la justicia y nada pasó; al contrario, el Estado criminalizó
a nuestros luchadores sociales y eso ha generado que muchas familias no
denuncien porque temen a la impunidad”. Sus palabras serían el comienzo de una
jornada larga, dolorosa y por incoherente que pareciera, fraterna.
Fueron
varios los oradores que hablaron antes de que los consejales expresaran sus
opiniones. Dos de aquellos, no estaba a favor de la propuesta de comenzar a
discutir la Guerra de la Drogas y el tráfico de armas a México. Los testimonios
de violencia justo se debían a estas dos realidades transfronterizas. El
diálogo no fue nada fácil. Los caravaneros estábamos a la expectativa, pues
cuando le tocó a Javier Sicilia hablar, enfatizó la necesidad de reconocer que
ambos países estaban involucrados en el dolor que se padecía. “El desprecio de
las víctimas y el veto que Calderón a puesto a la Ley General de Víctimas,
genera más dolor porque se hace pensar que esto no es prioridad para nadie en
el poder”. Hubo conmoción entre los alcaldes, pues la propuesta de comenzar a
discutir la legalización de las drogas que lleva esta Caravana, viene apoyada
por muchos alcaldes del mundo. Es por ello que se expreso, para evitar la
manipulación discursiva, que la propuesta del MPJD no viene de ella solamente, sino del apoyo
del pueblo de El Paso. Después de intercambiar ideas, el cabildo estuvo a
favor. Ahora la DEA era el punto de manifestación pública.
No estuvimos
mucho tiempo, pero si el suficiente para expresar nuestra reprobación al
control y manipulación que se hace sobre el tema de las drogas. Tuvimos el
apoyo de una organización de ex policías que hicieron lo mismo. Ahí, la
comisión de arte de la Caravana protestó simbólicamente tapándose la boca con
cinta roja y poniendo un vallado que decía DEAth…
La siguiente
actividad fue en la Universidad de Texas, campus El Paso. Fue un espacio bien
interesante porque convergieron académicos, luchadores sociales y testimonios
de personas que han tenido que salir de México para encontrar la paz. Lo interesante
fue conocer cómo no sólo personas de escasos recursos salen del país a los
Estados Unidos, sino también empresarios, intelectuales y la gente productiva
de Ciudad Juárez que no tuvo nada que ver con el negocio de las drogas y las armas. Una vez más como
en las grandes tragedias humanas, salen los que tienen recursos o que sus casos
son excepcionales; los pobres y huérfanos tendrán que acostumbrarse a la
violencia…
No obstante,
el regocijo llegó cuando comenzó la vigilia en la plaza San Jacinto. Si en el
diálogo académico el tema central fue la migración, ahora fue el tráfico de
armas. Inició el panel Monseñor Bañuelos recordando que su sobrino, un niño que
pasaba vacaciones en sonora con su madre, había muerto bajo el llamado “daño
colateral”. Y expresó: Seamos honestos, las armas y las drogas producen
muertos. No estamos más seguros con más armas. Los políticos guardan silencio
sobre quienes compran las armas. Si tenemos acceso a esa información será un
primer paso de justicia a los nuestros. Esta es nuestra fe y credo, que cuando
actuamos con paz, las balas se revierten. Hoy reafirmamos que no habrá más
silencio”. Unidos comenzamos a marchar en las calles hasta llegar a Casa
Anunciación, una organización que apoya las causas migrantes. Ahí el sacerdote
que dirige el proyecto anunció que la Caravana es el Evangelio en estos
tiempos. “Ustedes y nosotros somos el evangelio de estos tiempos”. Con esas
palabras se comenzó la proyección de un documental-memorial que recupero miles
y miles de nombres y fotografías de la última década de violencia”. Ante tal
carga de emotividad, muchos no pudimos sostenernos en pie y comenzamos a
llorar. Se oyeron gritos de dolor y preguntas a cielo abierto. Creo que fue una
noche de sanación colectiva. Periodistas, activistas, voluntarios y todos los
presentes nos hermanamos para decirle al Dios de la Vida que su pueblo no fuera
ya más el oprobio…
Recordé aquella oración que el profeta Joel le expresó a
Yavhé:
“Aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos
acuérdate de hacer misericordia”.
Juárez nos dolió entrañablemente…
Eso me hace pensar que el ecumenismo y el diálogo
interreligioso no se realizan desde los grandes consejos o jerarquías religiosas;
la gente lo vive desde el caminar y lo aprehende desde el testimonial. Siempre
hay narrativas en donde lo sagrado, se hace presente como parte esencial que
ayuda a sobrellevar el dolor y a no perder la esperanza. En ese sentido, creo
que el trabajo que viene realizando Iglesias por la Paz no es ajeno a lo que
están viviendo y pidiendo las espiritualidades que acompañan procesos como el
del MPJD. Eso sin lugar a dudad nos está ayudado para
empezar un muy fructífero intercambio y solidaridad de hermanos en la
construcción a la PAZ.
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