Deyssy Jael de la Luz García.
Centro de Estudios Ecuménicos/Iglesias por la
Paz
Estamos hospedados en la Augustana Lutheran
Church, Chicago. Esta comunidad es muy interesante por su trabajo social con la
comunidad afroamericana, con la causa de los migrantes y apoyo a los latinos.
Algo que también he notado es su propuesta de diversidad sexual. No es la
primera iglesia de corte protestante, en las paradas que hacemos de la
Caravana, que tiene entre sus miembros a parejas del mismo sexo. Es agradable
saber que las iglesias protestantes que nos han recibido en esta Caravana
consideran como parte de su misión en el camino hacia la Paz, la inclusión en
todos los sentidos. Fuera fundamentalismos y dogmatismos.
Tengo que
decir que al sentarme un momento a comer un pozole de la kermés, casualmente me
senté junto al primo de Digna Ochoa. Después de platicar lo invité a que nos
acompañará al siguiente día a la marcha que saldría del barrio mexicano La
Villita para cruzar el barrio afroamericano
y llegar a la New Mount Pilgrim Missionary Baptist Church. Él dijo que
sí, pero me dio la impresión que no lo haría…
3 de
septiembre es un día feriado para los Estados Unidos. Pensamos que poca gente
estaría compartiendo con la Caravana en las actividades programadas. Sorpresa
fue el llegar al National Museum of Mexican Art. Ahí, nos esperaba un grupo de
concheros para purificarnos con copal y
levantar su voz a Ometeolt. Ya dentro del Museo, una de las
organizaciones claves, NAALACC (The National Alliance of Latin American and
Caribbean Communities, por sus siglas en inglés), expresó el gusto de
guatemaltecos, ecuatorianos, salvadoreños y varias comunidades de mexicanos
(duranguenses, michoacanos, veracruzanos) estar con nosotros. Nos hicieron
participes de un festival de bailes regionales. Danzaban adultos, jóvenes y
niños. Ver esas expresiones culturales que hizo pensar en el arte como una
forma de resistencia.
Frente a la cultura norteamericana de consumo e ídolos
musicales que exigen fanatismo, acá lo que pude observar que los bailes
regionales son parte del bagaje cultural que se resiste ser sustituido por a
asimilación, y preserva la identidad colectiva; por qué, también es una forma
de echar de menos el terruño de donde los padres y generaciones anteriores
salieron de México en búsqueda del sueño americano.
“Es momento
que negros y morenos se unan porque están viviendo lo mismo. No sólo deben
solidarizarse, sino trabajar para acabar con el problema de las drogas. En
nuestro caso, miles de jóvenes menores de 18 años están en la cárcel por poseen
mínimas cantidades de drogas cuando los policías los pillan. La verdad es que
esa lucha contra las drogas, es una invención; la realidad es que la guerra es
contra las personas, y quienes la padecen más son los que tienen un rostro de
color. No es posible que existan cárceles de primera y escuelas de segunda; es
intolerable. Desde siempre, el sistema nos ha hecho creer que los
afroamericanos y los latinos somos
enemigos, pero eso no es así. Tanto unos como otros tenemos gentes que han
perdido la vida a causa del consumo y el negocio de las drogas. Para el 2040,
nosotros seremos mayoría en los Estados Unidos. Por eso, Chicago, debe ser
diferente. Busquemos juntos la Paz y tendremos la victora ¡Amén¡ Esas fueron
las palabras más entusiastas con las que el Rev. Marshall Elijah Hatch, recibió
a la Caravana por la Paz. Por la tarde,
después de la marcha, le volveríamos a ver en su iglesia con el mismo regocijo.
Ya en su
turno, Javier Sicilia apeló a la importancia histórica de Chicago, y la razón
por la que la Caravana llegó acá. “Hace 90 años Chicago vivió el terror de la
prohibición del alcohol, es pionera de la arquitectura moderna, pero también ha
sido la ciudad de las mafias gansteriles y ha sido domesticada por la Escuela
de Chicago… la democracia está en peligro. Así como un día el presidente
Rooselvet sometió el alcohol a los impuestos, pedimos al presidente Obama que
someta las drogas a una política sensata”. Reiteró que era importante denunciar
la corrupción, extorsión, tráfico de drogas, armas y lavado de dinero. En esta
gran ciudad se busca el dialogo y las alianzas para evidenciar el fracaso de la
lucha contra las drogas emprendida por ambos gobiernos.
¡Y qué mejor
manera de dialogar que teniendo un espacio con los que estaban ahí presentes¡
en círculos de 20 personas todos compartimos lo que nos llevó a ser parte o
apoyar la Caravana. Al turno de Iglesias por la Paz, comentamos que las
religiones juegan un papel muy importante en el camino hacia la Paz. “Es
momento de que creyentes de a pie junto con autoridades religiosas denuncien el
sistema violento que hoy día vivimos. Es urgente que una nueva ética entre los
gobernantes; las espiritualidades y las religiones tienen mucho que aportar. Es
momento de tener un espíritu profético que haga una realidad los valores del
Reino. Eso es lo que nos ha traído aquí, como creyentes ya no queremos ser
cómplices de un sistema que niega la vida cuando nosotros creemos en el Dios de
la vida”. Fue así, como un grupo de
ministros unitarios se interesaron y quedamos en seguir dialogando…
La marcha
del barrio mexicano al afroamericano fue muy emotiva y llena de aprendizajes.
Salir a las calles para adentrarse en una lagunilla tepiteña en el corazón de
Illinois, fue algo surrealista; niños, padres, madres y curiosos por las
ventanas nos veían, saludaban o reían. Al mirar por las calles varios murales
en las bardas me decían los símbolos que los chicanos han hecho suyos: la
virgen morena, Zapata, Villa, el sol azteca, el santo, el mariachi, la
serpiente… Poco a poco ya íbamos entrando a calles donde se veían edificios en
condiciones de abandono, otros con algunos desperfectos en la puerta, las
ventanas o las rejas… Ví, en un recorrido de dos horas, cerca de 24 iglesias
protestantes, una frente a otra, o de un lado a otro: metodistas, bautistas,
pentecostales, unitarios. Aun así, todo parecía desierto, y me pregunte si cada
iglesia cada domingo se llena, o será como dicen los estudiosos de la religión
estadounidense: cada día los templos se quedan vacíos porque a las nuevas
generaciones ya les atraen las religiones institucionalizadas, y buscan
desarrollar su espiritualidad al margen de la denominación. Por lo pronto, eso
es una tarea pendiente. Lo que me quedó claro fue la curiosidad que la marcha
despertó entre los vecinos afros. Niños, chicas y chicos preguntaban qué
hacíamos ahí, y de vez en vez nos sonreían. Por temor o desconfianza no se nos
unieron. La última parada fue en New Mount Pilgrim Missionary Baptist Church.
Ahí nuevamente el pastor Marshall nos esperaba con una comitiva de musulmanes,
sacerdotes católicos y una mujer pastor. Todos ellos agradecieron el que
estuviéramos ahí para dejar constancia de que blancos, latinos y morenos, como
nos dicen a los mexicanos, un día no muy lejano, podemos estar unidos por la
causa de la justicia. Ahora el reto es pasar de lo simbólico a lo concreto.
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